lunes, 14 de junio de 2010

Las cinco causas de las enfermedades

Cinco son las causas de las enfermedades, a saber:
1- Del Ens Astrale. 2- Del Ens Veneri. 3- Del Ens Espirituale. 4- Del Ens Naturae. 5- Del Ens Dei.

Dice el Maestro Paracelso: “Todas las enfermedades tienen su principio en alguna de las tres sustancias: sal, azufre y mercurio, lo cual quiere decir, que pueden tener su origen en el mundo de la materia (simbolizado por la sal), en la esfera del alma (simbolizado por el azufre), o en el reino de la mente (simbolizado por el mercurio)”. Si se desea comprender mejor este aforismo del Maestro Paracelso, debe estudiarse la constitución interna del hombre. (Véase “El Matrimonio Perfecto” y “La Revolución de Bel”).

Si el cuerpo, el alma y la mente están en perfecta armonía entre sí, no hay peligro de discordancias perjudiciales, pero si se origina una causa de discordia en uno de estos tres planos, la desarmonía se comunica a los demás.

El SER no es el cuerpo físico; tampoco es el cuerpo vital que sirve de base a la Química orgánica; ni es el cuerpo Sideral, raíz misma de nuestros deseos; ni la mente, organismo maravilloso cuyo instrumento físico es el cerebro. El SER no es el cuerpo de la Conciencia, en el cual se fundamentan todas nuestras experiencias volitivas, mentales o sentimentales. El SER es algo mucho más recóndito.

Lo que es el SER, muy raros seres humanos lo han comprendido.

El GLORIAN es el rayo, que, al tocar su “campanada” viene al mundo físico. El GLORIAN es la ley y es la raíz incógnita del hombre. El GLORIAN es el SER del SER. El GLORIAN es la ley dentro de nosotros.

Cuando el hombre obedece a la ley, no puede enfermarse; la enfermedad viene de la desobediencia a la ley. Cuando los siete cuerpos, como si fuesen siete YOES quieren actuar separadamente, el resultado es la enfermedad.

Los cuerpos físico y vital deben obedecer al alma; el alma debe obedecer al INTIMO, y el INTIMO debe obedecer al GLORIAN. Cuerpo, alma y espíritu, deben convertirse en un universo purismo y perfecto a través del cual pueda expresarse la majestad del GLORIAN.

Veamos un ejemplo concreto y simple: Si arrojamos piedras al agua, se producirán ondas necesariamente. Esas ondas son la reacción del agua contra las piedras.

Si alguien nos lanza una palabra ofensiva, sentimos ira. Esa ira es la reacción contra la palabra ofensiva, y la consecuencia puede ser una indisgestión o un dolor de cabeza, o simplemente pérdida de energías, causa de alguna enfermedad futura.

Si alguien frustra un plan que tenemos proyectado, nos llenamos de honda preocupación mental. Esa preocupación es la reacción de nuestro cuerpo mental contra la incitación exterior.

Nadie duda de que una fuerte preocupación mental trae enfermedades a la cabeza. Debemos gobernar las emociones con el pensamiento, y el pensamiento con la voluntad, y la voluntad con la conciencia.

Y debemos abrir nuestra conciencia como se abre un templo, para que en su altar oficie el sacerdote (el INTIMO), ante la presencia de Dios (el GLORIAN).
Tenemos que dominar nuestros siete vehículos y cultivar la serenidad, para que a través de nosotros pueda expresarse la sublime e inefable majestad del GLORIAN.

Cuando todos los actos de nuestra vida cotidiana, hasta los más insignificantes, sean la expresión viviente del GLORIAN en nosotros, entonces ya no volveremos a enfermarnos.

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