domingo, 20 de junio de 2010

Ens veneri

“Si una mujer deja a su marido, no se halla entonces libre de él, ni él de ella, pues una unión marital, una vez establecida, permanece para toda la eternidad”. (De “Homunculis”, Paracelso).

Realmente, en el semen está contenida la personalidad humana, pues el semen es el astral líquido del hombre y toda unión sexual es por este motivo indisoluble.

El hombre que tiene contacto sexual con una mujer casada, queda por este motivo vinculado a parte del karma del marido. Fluídicamente, los dos maridos de la mujer quedan conectados mediante el “sexo”.

Cuando el semen cae fuera de la matriz, fórmanse con sus sales en corrupción ciertos parásitos, los cuales se adhieren al cuerpo astral de quien los engendró, absorbiendo de esta manera la vida de su progenitor.

Los hombres masturbadores engendran “súcubos” y las mujeres masturbadoras engendran “íncubos”. Estas larvas incitan a sus progenitores a repetir incesantemente el acto que les dio vida. Tienen el mismo color del aire y por eso no se ven a simple vista. Remedio eficaz para librarse de ellas es llevar flor de azufre entre los zapatos. Los vapores etéricos del azufre las desintegran.

Al abandonar el alma el cuerpo físico por causa de la muerte, se lleva todos sus valores de conciencia. Al reencarnar en un nuevo cuerpo físico trae todos estos valores de conciencia, tantos buenos como malos. Estos valores son energías positivas y negativas.

Todo ser humano corriente tiene en su atmósfera astral cultivos de larvas de formas tan extrañas que la mente no puede concebir.

Los valores positivos traen salud y dicha. Los valores negativos se materializan en enfermedades y amarguras. La viruela es el resultado del odio. El cáncer, de la fornicación. La mentira desfigura la figura humana engendrando hijos monstruosos. El egoísmo extremado produce la lepra. Se es ciego de nacimiento por pasadas crueldades. La tuberculosis es hija del ateísmo. Cada defecto humano, es pues, un veneno para el organismo.

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