domingo, 31 de agosto de 2008

Estudio de Ens Spirituale (II parte)

Enfermedades que provienen de causas espirituales

“Espíritu” – de spiro, soplar – quiere decir aliento. “Aliento” significa un poder totalmente distinto de la fuerza mecánica, por tener conciencia, vida é inteligencia. En su aspecto como poder universal, quiere decir el aliento de Dios que hizo pasar al universo de un estado subjetivo á una existencia objetiva, en su aspecto individual es el poder espiritual que mora en el hombre.

El espíritu es Conciencia en todos los planos ó estados de existencia; pero no se sigue de esto que todas las fuerzas en que mora, manifiesten necesariamente autoconciencia ó sean siquiera conscientes de su existencia. Para que se manifieste la perfecta autoconciencia espiritual, se necesita un organismo espiritual tal como no lo posee el hombre ordinario, á menos que haya renacido en espíritu. En las formas el reino mineral, la presencia del espíritu es perceptible por las manifestaciones de la vida mineral; en el reino vegetal por las manifestaciones de la vida vegetal, y en el reino animal, por las de la vida animal, pues el espíritu es la base de la vida en el mundo físico, astral, intelectual y espiritual; y como el espíritu del universo es el aliento espiritual de Dios, el cual procede del centro y á él vuelve, así es el espíritu del hombre el poder espiritual que entra en su constitución y vuelve á salir á la muerte del cuerpo.

“Espíritu es aquello que nace de nuestros pensamientos, inmaterial y en el cuerpo vivo.
Aquello que nace después de nuestra muerte es el alma” (“Paramirum” l.I., C.iv., 2).
“El espíritu no nace del raciocinio, sino de la voluntad”. (Ibid.3).
En otras palabras, el “espíritu” es una forma de Voluntad dotada de pensamiento; un poder espiritual ni bueno ni malo por sí mismo, pero que se vuelve bueno ó malo conforme al objeto para el cual se emplea. Sus funciones son el querer, el imaginar y el recordar.

Muchísimo se ha escrito acerca del poder de la voluntad y de la imaginación de la Naturaleza, por medio de las cuales los tipos que existen en la memoria de la mente universal vuelven á expresarse continuamente en formas físicas visibles; aquí tenemos que ocuparnos tan sólo con las cualidades de estas tres funciones, y los efectos que producen en el cuerpo del hombre.

En las tres secciones precedentes de este capítulo hemos considerado las causas de las enfermedades que se originan en la parte terrestre de la constitución humana; ésta y la siguiente tratan de su parte espiritual.

Hay dos sujetos en el hombre; el uno es un ser material, el otro un ser espiritual (cuerpo mental), impalpable, invisible, sujeto á sus propias enfermedades (discordancias); el uno pertenece al mundo material, el otro al mundo espiritual, teniendo cada uno sus propios estados de conciencia, percepción y memoria, sus propias asociaciones con seres de su especie. Sin embargo los dos son uno durante esta vida, y el espíritu influye en el cuerpo, mas no el cuerpo en el espíritu. Por consiguiente, si el espíritu está enfermo, es inútil medicar el cuerpo; pero si el cuerpo está enfermo, puede curarse dando remedios al espíritu”. (Lib. “Paramir”., I., iv., 4 y 7).

Esta parte espiritual, ó cuerpo mental del hombre, es el vehículo del espíritu reencarnante, cuando la individualidad espiritual evoluciona una nueva personalidad de la tierra. Para comprender lo que se dice en la sección siguiente de este capítulo, será preciso entender la teoría de la Reencarnación, de la cual sólo podemos dar un bosquejo dentro de los límites de esta obra. H.P. Blatvaski dice aquello que reencarna es:

“El Ego Espiritual reflexivo, el principio permanente en el hombre, ó aquello que es el centro de Manas. El hombre individual ó divino no es Atma, ni tampoco Atma – Buddhi, sino Manas, porque Atman es el Todo Universal, y se convierte en el Yo Supremo del hombre sólo en conjunción con Buddhi, su vehículo, que lo une á la individualidad (ú hombre divino)”.

La resurrección del cuerpo físico es una superstición moderna en la cual no creyó jamás ninguno de los filósofos antiguos ó verdaderos cristianos.

Voluntad
“Voluntad” se deriva de volo, quiero, deseo; pero es por completo distinta de aquel deseo egoísta que resulta de las fantasías del cerebro. La verdadera voluntad es un poder fuerte que viene del centro (el corazón); en su aspecto superior es aquel poder creativo que dio existencia al mundo. Todas las acciones voluntarias é involuntarias en la naturaleza y en el organismo del hombre tienen su origen en la acción de la voluntad, sea que tengamos conciencia de ello ó no.
“No sabéis una jota del poder verdadero de la voluntad”. (Paracelsus, “Paramir”., I., iv.,8).

En el plano físico la voluntad funciona, por decirlo así, inconscientemente, llevando á cabo ciegamente las leyes de la naturaleza, causando atracciones, repulsiones, guiando las funciones mecánicas, químicas y fisiológicas del cuerpo sin que la inteligencia del hombre tome parte en este proceso. El hombre mismo es una manifestación de voluntad, y la voluntad (espíritu) en él puede hacer muchas cosas sin depender de la actividad intelectual del cerebro; todo lo cual la fisiología moderna deja sin explicación, aunque no puede negar los hechos. Por ejemplo, un pianista hábil no necesita determinar primero qué movimiento debe imprimir á los músculos de sus dedos antes de tocar una tecla; sino que lo hace por instinto después de que su espíritu ha sido educado para ello. El arte del funámbulo, las suertes y ejercicios gimnásticos de todas clases son el producto de una voluntad educada, y sin ella serían imposibles. El intelecto puede vigilarlos, mas no guiarlos. Su esfera de acción se limita á la del cuerpo en que mora.

En su aspecto superior la voluntad es un poder consciente, que se manifiesta como emociones, virtudes y vicios de varias clases. Su esfera de acción se extiende hasta las esferas de la influencia de la mente individual. Es así que la voluntad de un superior ejerce una influencia sobre la de sus inferiores, un preceptor sobre sus discípulos, un general sobre su ejército, un sabio sobre el mundo.

En su aspecto supremo, la voluntad se manifiesta como un poder auto – consciente, capaz de obrar mucho más allá de los límites de la forma corpórea, de la cual procede, constituyendo, por decirlo así, un ser espiritual organizado, é independiente que funciona bajo la dirección de la inteligencia de la persona de la cual procede. Por extraña que parezca esta aserción, es cierta sin embargo, y los fenómenos del “hipnotismo” ahora reconocidos, han dado la clave para comprender tales fenómeno. Una investigación en este asunto nos llevaría al dominio de la magia, espiritismo, brujería, hechicería, etc., etc., lo cual no forma parte de nuestro presente objeto, y de lo cual se ha tratado ya en otra obra.

Así como una voluntad mala es la causa de muchas enfermedades, así también una voluntad buena es un gran remedio para curarlas. Mientras que dos necios que se hipnotizan uno á otro producen una mezcla de locura, el poder mágico de la buena voluntad autoconsciente de un médico ilustrado puede despertar la confianza y devolver la salud en muchos casos en que no sirven de nada todos los remedios de la farmacopea; por consiguiente, el cultivo de este poder es de suma importancia, más aún que el conocimiento de todos los detalles respecto á la acción de las drogas. La ciencia y la sabiduría deberían cultivarse juntas, mas no aquélla á expensas de ésta.

Imaginación
“Imaginación” quiere decir el poder de la mente para formar imágenes; desde las imágenes quiméricas de un sueño hasta las imágenes vivas y corpóreas formadas por el poder de un Adepto. Esta facultad que era bien conocida de los sabios antiguos que la poseían, se halla casi por completo desconocida de la ciencia médica popular, la cual, á pesar de sus descubrimientos recientes de lo que se llama ahora “sugestión”, no parece todavía sospechar la extensión de su poder. No se puede enseñar el uso de este poder á los que no lo poseen, y hay muy pocos que lo tienen desarrollado; pues nuestra generación actual es de una especie esencialmente adámica (terrestre) é impotente; llevando una vida de ensueños y hallándose compuesta de ensueños, su imaginación es tan débil como un sueño. El verdadero poder de imaginación activa y efectiva pertenece al hombre interno espiritual, el que en la mayor parte de la humanidad, no ha despertado aún á la vida. Sólo cuando los hombres y las mujeres hayan entrado en la vida verdadera – ó en otras palabras, cuando se haya vuelto consciente el espíritu que mora en ellos – podrán tener y emplear los poderes espirituales, como los que constituían los Arcanos de Teofrasto Paracelso, sobre los cuales se ha especulado tanto en la literatura moderna, aunque sin saber gran cosa acerca de ellos – piedra de tropiezo y manantial abundante de error para tantos de nuestros observadores modernos de superficies.
No censuramos la ciencia médica popular por no saber lo que no sabe, pero creemos que no se debería fomentar la presunción de los que figuran temporalmente como los representantes de la ciencia, y que dogmáticamente declaran inútil y absurdo todo lo que no poseen. No hace tanto tiempo que la ciencia aceptada se burló de la redondez de la tierra y declaró oficialmente que no podían caer meteoros del cielo “porque no había piedras en el cielo”; censuró de superstición degradante la creencia en los fenómenos psíquicos, y ridiculizó la idea de construir barcos de vapor y telégrafos, etc. estos errores no provienen de la ciencia, sino de la ignorancia y presunción estúpidas; son el resultado de las flaquezas humanas, las cuales existen ahora lo mismo que en los tiempos antiguos, y no se pueden curar, sino por medio del desarrollo de un poder superior para conocer la verdad.

Memoria
El tercer gran poder del espíritu que se manifiesta en la mente, es el poder de la memoria, ó sea el poder que tiene el espíritu del hombre para visitar dentro de la esfera de su mente aquellos lugares en que se conservan las impresiones de las experiencias pasadas, y así volver á tratarlas al campo de la ciencia. Cualquiera que sea la función que desempeñe el cerebro físico al servirse de esta facultad del espíritu, (el cerebro no es más á la memoria que el ojo á la vista) es simplemente el instrumento para la percepción, mas no el que percibe, ni el objeto de la percepción, ni la percepción misma. Recordar una cosa es ver su impresión ó imagen en la luz astral; recapacitar una cosa es fijar la atención en el lugar en que se conserva la impresión de la mente, y la facultad por la cual se puede hacer esto, es la relación que existe entre el Criador y sus criaturas. Habiendo formado el hombre un pensamiento ó idea, ó percibido una imagen, puede traerla á la memoria, porque la impresión es creación suya – habiendo procedido de él; es una parte del mundo.
Depende del grado de poder espiritual de percepción en el hombre el que pueda ver clara y vívidamente estas imágenes en la luz astral, ó que aparezcan obscuras, inciertas é indistintas; pero en la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de la generación actual, este poder de percepción no penetra ni se eleva más allá de la Luz Astral, mientras que el hombre espiritual pueda hacerlo y contemplar no solo los recuerdos de su encarnación actual, sino también los de sus estados de existencia anteriores.

La Voluntad, la Imaginación y la Memoria son la causa de muchas enfermedades y éstas pueden producirse abusando uno de dichas facultades, ó ejercitándolas sobre otro. Cualquier especie de pensamiento, sea malvado ó virtuoso, si adquiere fuerza y substancia por el consentimiento de la voluntad, nace en el mundo interior como ser elemental, el que crece con cultivarse de suerte que llega finalmente á causar obsesión á su propio padre y producir efectos visibles sobre el cuerpo físico. La imaginación de los animales produce cambios en el color de su prole; la imaginación de una madre puede producir marcas en el niño; el traer á la memoria los acontecimientos funestos conservando constantemente semejantes recuerdos en la mente, produce melancolía, el mal genio, y el desaliento, la cólera, la codicia, la concupiscencia, la avaricia, etc. Todas las formas del mal, producen no sólo estados morbosos en la mente, sino también ciertos cambios definidos en el cuerpo físico, todos los cuales ofrecen un vasto campo para la ciencia psicológica del porvenir. No es posible aquí tratar de exponer semejante ciencia mental, pero existe ya sobre este asunto una vasta literatura que la ciencia desatiende.

Por: V:.A:.Franz Hartman

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