lunes, 15 de marzo de 2010

Las Cinco causas de las Enfermedades


Si preguntamos o la ciencia médica moderna cuáles son las causas de las enfermedades, nos contestará probablemente como sigue:
1. La edad.
2. La herencia.
3. El Matrimonio mutuo.
4. El sexo.
5. El temperamento.
6. El clima y la localidad.
7. La ciudad o el campo.
8. Las condiciones higiénicas.
9. La ocupación.
10. El aire.
11. Enfermedades precedentes.
12. Las condiciones físicas exteriores.
13. Los venenos.
14. La temperatura.
15. La dieta.
16. Las enfermedades epidémicas, el contagio, miasmas, parásitos y excrecencias
(26).

Nos abstendremos de comentar esta clasificación de las causas de las enfermedades, la cual sólo enumera ciertas condiciones en que puede originarse las enfermedades, y pasaremos o la clasificación de las causas de las enfermedades, según Paracelso; pero como este asunto ha sido tratado ya en otra obra sobre las doctrinas de Paracelso (27), lo que sigue no tiene otro objeto que el de dar más material al pensamiento.

Dice Paracelso: “Todas las enfermedades tienen su principio en alguna de las tres substancia (28), Sal, Azufre y Mercurio; lo cual quiere decir que pueden tener su origen en el demonio de la materia, en la esfera del alma, o en el reino del espíritu. Si el cuerpo, el alma y la mente están en perfecta armonía unos con otros, no existe ninguna discordancia; pero si se origina una causa de discordia en uno de estos tres planos, se comunica o los demás.”

Antes de proseguir indagaremos la naturaleza de estas tres substancias: Sal , Azufre , y Mercurio , los que pueden traducirse como Materia, Energía é Inteligencia. No son en verdad tres cosas esencialmente diferentes, sino tan sólo tres modos de actividad de la misma cosa. Todo es substancial; cada cosa contiene una fuerza latente o activa y en cada cosa se halla la potencialidad de la conciencia, si no se ha manifestado ya en ella. Por consiguiente, todo existe por razón de estas “tres substancias” y si, con el objeto de formarnos alguna idea de su naturaleza, consideramos al mundo como una manifestación de la electricidad (la cual debe necesariamente ser substancial, como no podría haber fuerza sin substancia), podemos compararla como sigue a la resistencia eléctrica, a la tensión de la fuerza electromotriz, a la intensidad de la corriente.
Nadie considerará estas tres medidas como entidades separadas, las cuales como “substancia, energía, é inteligencia”, son tan sólo tres aspectos o conceptos de la vida universal una; pero reconocerá que estas distinciones son necesarias para formarse un concepto.
“No se puede conocer nada perfectamente sin conocer su principio. El hombre está colocado en tres substancias, en cada una de las cuales tiene un principio; y cada cosa tiene su substancia, su número y medida (los que constituyen su armonía). En el estado de estas tres substancias tiene su fuente todas las causas, orígenes, y también la comprensión de las enfermedades. Estas tres substancias, Azufre, Mercurio y Sal, dan o cada cosa su corporeidad, teniendo cada substancia sus propias cualidades. Si estas cualidades son buenas (en armonía las unas con las otras) no habrá enfermedad; mas si entran en oposición las una con las otras, la enfermedad (discordancia) será el resultado” (Paracelso, “Paramirum”, Lib.I., 1, 2 y 3).
Dentro de estos tres reinos pueden originarse enfermedades de alguna de las siguientes cinco causas:
1. Del Ens Astrale, o sea de las condiciones de lugar en la naturaleza externa.
2. Del Ens Veneri, es decir, de venenos é impurezas.
3. Del Ens Naturae, el cual incluye las causas heredadas de los padres.
4. Del Ens Spirituale, especialmente las enfermedades causadas por una voluntad maligna o una imaginación mórbida.
5. Del Ens Dei, al cual pertenecen los males que provienen del mal Karma adquirido durante esta encarnación o una anterior; en otras palabras, el resultado de la Justicia Divina.
Ahora procuraremos definir el significado de estos cinco principios. (“Ens” quiere decir Principio
).
1. Ens Astrale:
Enfermedades que provienen de las influencias externas: sea de la naturaleza física o de causas más profundas, el planeta en el cual vivimos siendo un astrum (astro), y teniendo un cuerpo físico y etéreo, una vida, un alma, una mente y un espíritu.
“Los astros en el cielo no forman al hombre. El hombre procede de dos principios: el Ens seminis (el esperma masculino) y el Ens virtutis (la mónada espiritual reencarnante). Tiene por tanto, dos naturalezas, una corpórea y la otra espiritual, y cada una de ellas requiere su digestio (matriz y nutrimento). Así como el útero de la madre es el mundo que rodea al niño, y del cual el feto recibe su nutrimiento, así también la naturaleza terrestre, de la cual el cuerpo terrestre del hombre recibe las influencias que actúan en su organismo. El Ens Astrale es algo que no vemos, pero que nos contiene o nosotros y todo lo que vive y tiene sensación. Es lo que contiene el aire, y de lo cual y en lo cual viven todos los elementos, y lo que simbolizamos como M (Misterium)”, (“Paramirum”, Lib.1).
Por consiguiente, este Ens Astrorum es evidentemente Akasha, el que forma la base de todas las cosas materiales en la naturaleza física; y si se conociera la relación íntima entre la naturaleza física del hombre y la naturaleza física que le rodea, se comprendería mejor como los estados del éter omnipenetrante, los cambios de temperatura, el calor y el frío, y las condiciones eléctricas y magnéticas de la naturaleza afectan la naturaleza física del hombre, obrando internamente por medio de los cambios correspondientes que produce el microcosmo, aún cuando está protegido contra la acción directa de la lluvia, de la tempestad, de la humedad, del frío, del calor, etc., etc. Un cambio repentino de condiciones en el aire exterior puede afectar o un enfermo encerrado en un cuarto en el cual no es perceptible semejante cambio, y un día nublado produce un efecto melancólico aún en un ciego. Hay un sin fin de enfermedades que, por falta de explicación, se atribuyen o un “resfrío”, etc., mientras que, o la verdad, es la existencia de ciertas condiciones en lo omnipenetrante la que causa semejantes condiciones en el cuerpo del enfermo, así, por ejemplo, los cambios de la luna, o la posición de ésta, o las corrientes magnéticas de la tierra, producen ciertos efectos en determinadas personas, aunque estas no sepan nada respecto de estas leyes, pues es un hecho bien conocido de los antiguos, pero que la medicina moderna ha perdido de vista casi por completo, que el hombre, aparte del orden en que están colocados sus órganos, es esencialmente un duplicado de la naturaleza, una imagen del mundo en escala pequeña, un microcosmo dentro del macrocosmo. Una presión atmosférica en él; si la naturaleza se regocija con ella; si la tempestad se desencadena en el exterior, semejantes tempestades pueden originarse en él, etc., etc. En verdad, él es tan sólo un laboratorio en que las fuerzas universales de la naturaleza hacen su obra. Aquí debemos mencionar también todas las miasmas é influencias contagiosas, bacterias, microbios,
amoebae, bacilos, etc., los cuales son el orgullo de los descubridores modernos, mas cuyas características, si no las formas de sus cuerpos, eran bien conocidos de Paracelso, quien los describe bajo los nombres de Talpa, Matena, Tortilleos, Permates, etc. Dice: “Dios hace existir criaturas vivientes en todos los elementos, y no hay cosa alguna que no tenga vida. Lo que se manifiesta en el mundo visible ha tenido su origen en las regiones superiores. Sin esta generación arriba, no podría manifestarse abajo” (Lib. Meteorum. I.4).
Desde el descubrimiento de los bacilos del cólera, tuberculosis, y otros micro – organismos, que difunden las enfermedades contagiosas, muchos han opinado que la presencia de estos microbios era la causa fundamental y única de tales enfermedades; pero investigaciones aun más recientes han demostrado que la presencia de estos microbios no constituye toda la causa, pues se les ha introducido en el organismo humano sin riesgo alguno, y también han sido encontrados en personas que se habían restablecido completamente de tales enfermedades. Esto prueba que ha de haber una influencia por la cual llegan o la existencia los microbios, después de esto pueden difundirse y multiplicarse si las condiciones son favorables, y la causa fundamental de tales epidemias no es por tanto la presencia de los microbios, siendo ésta meramente un síntoma, sino las influencias que los traen o la existencia, produciendo estados de los cuales parecen demostrar que proceden de causas situadas en un orden más profundo que la naturaleza física visible, si no equivocamos la forma con el “espíritu”, del cual la forma es el símbolo.
“La ciencia humana sabe filosofar acerca de las cosas que se hallan al alcance de su observación externa; pero la Sabiduría muestra lo que hay en la Prima Materia, el conocimiento de la cual es mucho más grande y más elevado que el de la Ultima Materia (el plano físico)”. (“Meteorum” I.4).
Esta “región superior”, en la cual se originan tales influencias dañosas produciendo los miasmas y haciendo crecer los microbios, es el “plano astral” o alma del mundo, y como los malos estados en el alma del mundo, son causados por los malos estados de la mente humana (29), se comprende como las enfermedades epidémicas, la peste, etc., no menos que las guerras, son los últimos resultados de discordancias y estados espirituales depravados en el alma de la humanidad. La verdad más grande, si se ve por medio de una mente pervertida, aparece cual caricatura y superstición; sólo se puede verla en su propia luz cuando se la comprende debidamente.
El plano astral es el plano de los deseos, emociones y pasiones, esto es, el estado de conciencia en que aquellas influencias (formas de la voluntad universal, se manifiestan como deseos, emociones, y pasiones en el organismo animal; y si penetráramos este asunto, entraríamos en el dominio suprasensual; aunque presente sin embargo, de los poderes elementales vivientes que pertenecen al alma del mundo. Si abriésemos los ojos o la percepción de los pensamientos, veríamos cómo se efectúa una continua transmisión de pensamiento entre las mentes individuales, determinando sus acciones o influyendo en ellas, aunque no lo sean, causando no sólo enfermedades morales, locura, obsesiones y crímenes en los individuos, sino también epidemias de semejantes males. Hay un vasto campo de investigación para el psicólogo, no para aquella especie de “psicólogo” que se imagina que en todos los casos la locura es una perturbación de las funciones del cerebro por causas físicas, sino para el que puede realizar que las funciones del cerebro pueden ser perturbadas por la acción desordenada de la mente; pues aunque en muchos casos de enfermedad cerebral, es tan difícil decidir si existió primero la enfermedad de la mente o la del cerebro, como lo sería el responder o la pregunta de ¿qué existió primero, la gallina o el huevo? Sin embargo, una lesión de los tejidos del cerebro no tiene lugar sin causa, y esta causa en la mayor parte de los casos, procede de la esfera de las emociones y pensamientos.
Sin mente no puede haber enfermedad mental. Si la mente es algo (aun cuando fuese, según se lo imaginan algunos, el producto de la función fisiológica del cerebro), preciso es que sea algo substancial, y siendo algo substancial puede producir efectos substanciales; además, sus acciones revelan cierto orden y armonía que prueban que la mente tiene su organización. Si se perturban este orden y esta armonía, la discordia, la enfermedad y la locura serán el resultado. Sin la presencia de la mente, nada existiría; sin la conciencia en el Todo, ningún cerebro podría manifestar conciencia alguna, y esto es lo que Paracelso da o entender cuando dice: “Todo lo que existe en esta tierra, también en el firmamento (espacio). Dios no hace ropa para los hombres, pero les da un sastre. (Las formas no se producen accidentalmente, sino que son el último resultado de la acción del poder constructivo de la naturaleza). La esencia de las cosas está oculta en el espacio; existe invisiblemente en el firmamento, y se imprime en las substancias materiales y entonces se vuelve visible entrando en nuestra esfera de percepción” (“Meteorum” I.4).
Así tenemos en el Ens Astrale un campo en que existen las causas de numerosas especies de enfermedades, la comprensión perfecta de las cuales requiere una penetración más profunda en los secretos de la naturaleza y un concepto más elevado de lo que ofrecen las ciencias naturales de nuestra época.
2. Ens Veneri:
Las enfermedades que provienen de las acciones é impurezas venenosas en todos los planos de la existencia.
Nada es venenoso o impuro en sí mismo; sólo cuando están en contacto dos cosas cuyas naturalezas son incompatibles la una con la otra, puede tener lugar una acción venenosa o producirse una condición impura.
“Cada cosa en sí misma es perfecta y buena. Sólo cuando entra en relación con otra cosa se produce el bien y el mal relativos. Si entra en la constitución del hombre una cosa que no está en armonía con sus elementos, la una es para la otra una impureza y puede llegar o ser un veneno”. (“Paramirum”, II,1).
No hay duda que la química, fisiología y patología modernas enseñan más que la ciencia antigua respecto o la constitución química, la acción fisiológica de los venenos y los efectos patológicos que producen en el cuerpo animal; pero el explicar el orden en que se efectúa un proceso no basta para explicar el porqué tiene lugar, y todavía queda un vasto campo abierto o la investigación, porque ahora sólo podemos notar el hecho de que ciertas substancias físicas tienen en el cuerpo humano una acción destructiva, mientras que las mismas substancias con una ligera diferencia en el arreglo de sus moléculas, no sólo no son dañosas, sino que sirven aún de alimento (30); que ciertas substancias tienen una acción específica sobre la naturaleza emocional del hombre, produciendo una inclinación o ciertos estados de su constitución astral, tales como la irritabilidad, la cólera, la codicia, etc., la cual no podrían tener si no contuviesen elementos correspondientes, mientras que otras tienen una acción específica sobre la mente, tal como la decadencia de la memoria, la parálisis de la voluntad, la excitación de la imaginación, todo lo cual no podrían producir si no existiese en ellas algún principio mental substancial.
Para la ciencia material, el universo es un producto de la fuerza mecánica creada por la materia inconsciente; para el idealista es un sueño que no tiene en sí nada real; pero visto con el ojo de la sabiduría, es una manifestación de la vida, con la potencialidad de la conciencia contenida en todas las cosas. El amor y el odio existen en los minerales lo mismo que en los hombres, sólo en otro estado de conciencia. Podríase escribir una tragedia o comedia respecto de la historia de la familia de los minerales describiendo, por ejemplo, como la hermosa princesa Sodio se enamoró de un fogoso joven llamado Oxígeno, y se casó con él; mas la feliz unión duró hasta que un día un caballero celoso, llamado Gloriono, se enamoró de ella, y, aunque él mismo estaba casado con una mujer ligera llamada Hidrógenia, se llevó o la princesa, y no quedó al pobre Oxigeno otro recurso que tomar la mujer abandonada y con ella convertirse en agua. Semejante historia difiere de una parecida en la vida humana, tan sólo en que los personajes de ésta siguen inteligente y conscientemente ciertas leyes que imperan sin inteligencia individual en el reino mineral.
No hay más que una Conciencia y una ley de Armonía en el mundo, y conforme o ella surgen consonancias y disonancias en los tres reinos de la naturaleza.
La influencia de la luz de la verdad es un veneno para los conceptos erróneos que existen en la mente, y los pensamientos terrenos son impurezas para la mente que aspira al reino de los cielos. Los malos deseos crean los malos pensamientos y dan origen o las malas acciones; los buenos deseos procrean sus especies, dando origen o buenos pensamientos y aspiraciones, de los cuales nacen buenos hijos. La suma de los deseos individuales del hombre constituyen la atmósfera mental que rodea al mundo en general, y o cada localidad en particular; y el estado de la mente finalmente se expresa en el plano exterior de manifestación. No es más difícil envenenar una mente con pensamientos impuros que envenenar un cuerpo con drogas, impuros es aquel que tiene muchos deseos diferentes; pura es la mente que no tiene más que una voluntad.
La medicina popular se ocupa únicamente con los efectos externos y las causas físicas; la ciencia oculta va más lejos y busca las causas fundamentales y los efectos finales, los que son muchísimo más importantes que las manifestaciones que tienen lugar en la forma física. Por ejemplo, un trato sexual ilícito no sólo ocasiona enfermedades venéreas, sino que, como durante el acto se efectúa hasta cierto punto una unión de las naturalezas interiores, un hombre que cohabita con una mujer depravada toma algunas características de ella y une hasta cierto grado el futuro Karma y destino de esta mujer al suyo. La base de la existencia de los seres humanos es aquello que, por falta de expresión más adecuada, ha sido llamado Voluntad (Espíritu o Vida), y así como un cuerpo puede dar colorido o otro o envenenarlo, de igual modo se efectúa una coloración y quizá un envenenamiento por una mezcla de los espíritus durante el trato sexual, siendo esta “substancia espiritual” la esencia de cada ser humano.
“Si una mujer deja o su marido, no se halla entonces libre de él, ni él de ella, pues una unión marital una vez establecida, permanece para toda la eternidad” (“De Homunculis”).
Lo que nutre o una cosa contribuye o la formación de su substancia. El cuerpo físico recibe su nutrimento del plano físico; el alma es nutrida por las influencias que proceden del alma del mundo; el intelecto se nutre, crece y se ensancha en el plano intelectual. Un cuerpo mal nutrido se enferma; un alma que se sustenta con deseos mórbidos y anhelos desordenados se deprava; una mente alimentada con teorías falsas, errores y supersticiones, se empequeñece, se pervierte y se vuelve incapaz de mirar al sol de la verdad. El alimento del alma y de la mente es tan substancial para ellos, como lo es el alimento material para el cuerpo material, el cuerpo, alma y espíritu, siendo tres estados del eterno Uno manifestado en tres planos de existencia diferentes, y siendo gobernados por una ley fundamental única.
Lo que el estómago es para el cuerpo la memoria lo es para la mente. Ambos están relacionados: un estómago dispéptico es causa de una memoria defectuosa y de un genio irritable; una índole irritable es causa de indigestión y olvido; el olvido puede producir la desatención, la irritabilidad y la dispepsia. El alma, el cuerpo y la mente son uno en el hombre, y las enfermedades que existen en el uno, pueden causar impurezas en los otros; cada pasión en el hombre, cada superstición en la que cree firmemente, es capaz de envenenar su cuerpo y producir cierta enfermedad. La creencia en la salvación facilitada hace al hombre indolente, la indolencia produce la falta de dominio de sí mismo, la cual es causa de la falta de resistencia o las influencias dañosas en el plano físico. Repetidas calamidades físicas pueden hacer o un hombre cobarde, y su cobardía le impide abandonar una doctrina que por intuición sabe que es falsa. La cólera es dañosa no sólo o la salud del cuerpo, sino que destierra o la razón perturbando la mente; la ira no sólo causa la miopía mental, sino también la física, y con frecuencia un oído defectuoso es la causa de un carácter receloso.
De esta manera se pueden hacer innumerables comparaciones y encontrar analogías, y podríamos citar casos para probar la exactitud de esta teoría, si nos lo permitiese el espacio, y si fuese necesario probar por argumentos y hechos la verdad de la unidad del todo, la cual ha de ser evidente
para todo aquel que se tome la molestia de buscar en sí mismo la respuesta o semejantes preguntas.
Empero lo superior no puede obrar sobre lo inferior sin un eslabón intermedio que los una; el espíritu no puede obrar sobre el cuerpo sin el eslabón conexivo del alma, ni el alma sobre el cuerpo, sino por medio de la vida. No podemos preparar por medio del amor un plato de sopa para un mendigo que perece de hambre; pero el amor mueve la voluntad y ocasiona acciones que la mente dirige, y así puede cocerse la sopa después de todo, gracias al poder del amor o caridad. La mayor dificultad para comprender las leyes ocultas, proviene del hecho de no poder percibir las causas remotas, ni tratar de enlazarlas con los efectos últimos, sin la capacidad de ver o través de la red intrincada de causas intermedias entre las dos extremidades.
3. Ens Naturae:
Enfermedades que tienen su origen en ciertas condiciones inherentes o la constitución del hombre.
El hombre es bajo todos conceptos el hijo de la naturaleza. No hay en su constitución una sola esencia que no exista en la naturaleza, ni se puede hallar en la naturaleza substancia o poder alguno que no exista en él, actual o potencialmente, no desarrollado o desarrollado.
“Hay muchos que dicen que el nombre es un microcosmo, pero pocos comprenden lo que esto significa. Así como el mundo mismo es un organismo con todas sus constelaciones, así es el hombre una constelación (organismo), un mundo por sí mismo; y como el firmamento (espacio) del mundo no es gobernado por criatura alguna, así también el firmamento que está en el hombre (su mente) no está sujeto o ninguna otra criatura. Este firmamento (esfera mental) en el hombre tiene sus planetas y estrellas (estados mentales), sus elevaciones, conjunciones y oposiciones (estados de sentimientos, pensamientos, emociones, ideas, amores y odios), llámeseles como se quiera, y como todos los cuerpos celestiales en el espacio están unidos los unos con los otros por eslabones invisibles, así los órganos en el hombre no son enteramente independientes los unos de los otros, sino que dependen unos de otros hasta cierto grado. Su corazón es su 2, su cerebro su 3, el bazo su 8, el hígado 7, los pulmones 4, y los riñones “(“Paramirum”, III.4).
El hombre tiene dos naturalezas. Su organismo físico es un producto de la naturaleza que ha recibido de sus padres terrestres; su organización mental es el resultado de una especie de evolución superior y por completo diferente. Su naturaleza terrestre incluye no solo su organismo visible, sino también la organización de su forma astral y su constitución mental.
“Hay dos especies de carne. La carne de Adán (el cuerpo físico) es la carne terrestre grosera; la carne que se deriva de Adán es de una especie sutil. No está hecha de materia grosera, y penetra todas las paredes sin necesidad de puertas o agujeros. Sin embargo ambas especies de carne tienen su sangre y sus huesos, y ambas difieren también del espíritu” (Paracelso “De Nymphis”).
Teniendo en sí mismo el hombre las mismas esencias y poderes que hay en la naturaleza, y no habiendo más que una sola ley universal de evolución, se efectúa en él un desarrollo semejante al desarrollo en la naturaleza externa é interna, si no idéntico con él. Las consonancias y disonancias en su naturaleza pueden crecer y dilatarse en armonía o discordancias y constituyen al hombre en una sinfonía o cacotonía, dando color a todo su ser y transmitiendo esto o su progenie. Una semilla de trigo y una de cebada se parecen una a otra y sin embargo aquélla produce trigo y ésta, cebada. El ovum de un ser humano no muestra ninguna diferencia esencial del de un mono; sin embargo del uno procede un ser humano y del otro, un mono. La naturaleza del hombre está perfectamente expresada en cada parte de su organismo, y en el esperma del padre se halla no solo la cualidad de tal o cual parte de su naturaleza, sino también la potencialidad del todo (31). La cualidad de la constitución de un hombre determina la duración de su vida natural.
“Al nacer un niño, nace con él su firmamento (cuerpo astral y mente, etc.), conteniendo los siete principios, cada uno de los cuales tiene sus propias potencias y cualidades. Lo que se llama “predestinación” no es sino la cualidad de los poderes en el hombre. La debilidad o fuerza de sus constitución determina si su vida ha de ser corta o larga, conforme o las leyes naturales; los planetas en él sigue su curso, se que tenga larga o corta vida, solo que en un caso es mayor la duración del curso de sus planetas, y en el otro es menor. La cualidad de la constitución que recibe un hombre al nacer, determina la duración de su vida, de la misma manera que la cantidad de agua en una clepsidra determina el tiempo que ha de ir cayendo gota o gota”. (“Paramirum”, L. I., Tr. III., C. 5).
El Ens Naturae tiene referencia, por tanto, a aquellos principios en la constitución del hombre que son el resultado de la cualidad de su cuerpo, alma y mente, tales como los ha recibido de la naturaleza, e incluye a todas las enfermedades físicas heredadas, cualidades de temperamento y peculiaridades mentales, pues la parte terrena de la mente (Kama Manas) pertenece o la naturaleza terrestre y se heredan sus tendencias; mientras que la parte espiritual de la mente (Manas Buddhi) no se hereda de los padres, sino que pertenece al hombre espiritual, cuyo padre existe en la eternidad (32).
Esta clase incluye a todas las enfermedades internas que provienen de los desconciertos que surgen en la acción recíproca de las funciones fisiológicas de los órganos del cuerpo o en la acción recíproca entre estas funciones y las del alma (las emociones) y de la mente (pensamientos).
Este sistema de Paracelso incluye todo el dominio de la fisiología y patología modernas; pero penetra más profundamente, pues investiga las funciones del alma y de lamente, y sigue el desarrollo de un deseo o pensamiento malo hasta encontrar finalmente su expresión en una manifestación exterior de estados patológicos visibles. No es posible aquí entrar en los detalles de este campo de la patología.
No hay el menor indicio de que se conozcan ahora mejor que en el tiempo de Paracelso las simpatías o antipatías, o sea las relaciones fisiológicas que existen entre los diferentes órganos del cuerpo humano; antes bien él habla de las corrientes del principio vital que existe entre estos órganos, mientras que la anatomía moderna habla tan sólo de nervios, los que son respecto del “fluido vital” lo que son los alambres eléctricos respecto de la electricidad.
“El corazón envía su espíritu (poder de voluntad por todo el cuerpo, así como el sol envía su poder o todos los planetas y tierras; la 3 (la inteligencia del cerebro) va al corazón y vuelve al cerebro. El fuego (calor) tiene su origen en la actividad (química) de los órganos (los pulmones), pero penetra todo el cuerpo. El liquor vitae (esencia vital) está universalmente distribuido y se mueve (circula) en el cuerpo. Este “humor” contiene muchos poderes diferentes, y produce en él “metales” (virtudes o vicios) de varias especies”. (“Paramirum”, L. I., Tr. 3).
Tocante o este asunto dice la ciencia médica moderna. “No existe a este asunto una base extensa de conocimiento positivos. Ahora solo empieza o formarse la fisiología de los diferentes departamentos del sistema simpático nervioso, mientras que en lo que concierne o la patología y la anatomía mórbida, los conocimientos son todavía menos definidos. Así sucede que, por lo común, se aceptan, o puede decirse que existen solamente conjeturas, o menudo sin base firme, respecto de la dependencia de series definidas de síntomas o enfermedades distintas, de acciones desordenadas o cambios morbosos que ocurren en una ú otra parte del sistema simpático nervioso”. (“H. Charlton Bastián”).
Tanto la ciencia antigua como la moderna tienen razón en su dominio respectivo, pero mientras que la ciencia moderna dirige toda su atención a las formas (órganos, nervios, etc.), las que son tan sólo los productos de ciertos principios y poderes y los instrumentos de su actividad, la ciencia antigua se ocupa con estos mismos poderes, tomando solamente en consideración secundaria los instrumentos visibles en y por medio de los cuales se manifiestan. La ciencia moderna estudia, por decirlo así, los movimientos musculares de un músico, la ciencia oculta conoce el arte musical mismo. La ciencia material es el criado que mezcla los colores para el pintor, el médico verdadero es el artista que sabe pintar. El uno estudia las herramientas de que se sirve el obrero; el otro ve al obrero mismo. No se hace estas operaciones con el objeto de desacreditar a la ciencia médica moderna ni con el propósito de censurar a cualquier médico moderno porque no emplea poderes que no posee, sino para indicar que el conocimiento de los fenómenos físicos y de las formas visibles, no es el límite de todo saber asequible y que existe una clase de conocimiento más elevado y más importante, basado en una percepción superior, la cual se alcanza solo por medio del desarrollo del carácter espiritual del hombre. Esto no es posible, sino cuando el hombre ha vencido su presunción y su vanidad, y cuando, al elevarse más, realiza la nada de la ilusión terrestre del “yo”.
4. Ens Spirituale:
Enfermedades que provienen de causas espirituales.
“Espíritu” – de spiro, soplar – quiere decir aliento. “Aliento” significa un poder totalmente distinto de la fuerza mecánica, por tener conciencia, vida é inteligencia. En su aspecto como poder universal, quiere decir el aliento de Dios que hizo pasar al universo de un estado subjetivo o una existencia objetiva, en su aspecto individual es el poder espiritual que mora en el hombre (33).
El espíritu es Conciencia en todos los planos o estados de existencia; pero no se sigue de esto que todas las fuerzas en que mora, manifiesten necesariamente autoconciencia o sean siquiera conscientes de su existencia. Para que se manifieste la perfecta autoconciencia espiritual, se necesita un organismo espiritual tal como no lo posee el hombre ordinario, a menos que haya renacido en espíritu. En las formas el reino mineral, la presencia del espíritu es perceptible por las manifestaciones de la vida mineral; en el reino vegetal por las manifestaciones de la vida vegetal, y en el reino animal, por las de la vida animal, pues el espíritu es la base de la vida en el mundo físico, astral, intelectual y espiritual; y como el espíritu del universo es el aliento espiritual de Dios, el cual procede del centro y o él vuelve, así es el espíritu del hombre el poder espiritual que entra en su constitución y vuelve o salir o la muerte del cuerpo. “Espíritu es aquello que nace de nuestros pensamientos, inmaterial y en el cuerpo vivo. Aquello que nace después de nuestra muerte es el alma” (“Paramirum” L. I., C. IV., 2).
“El espíritu no nace del raciocinio, sino de la voluntad”. (Ibid. 3).
En otras palabras, el “espíritu” es una forma de Voluntad dotada de pensamiento; un poder espiritual ni bueno ni malo por sí mismo, pero que se vuelve bueno o malo conforme al objeto para el cual se emplea. Sus funciones son el querer, el imaginar y el recordar. Muchísimo se ha escrito acerca del poder de la voluntad y de la imaginación de la Naturaleza, por medio de las cuales los tipos que existen en la memoria de la mente universal vuelven a expresarse continuamente en formas físicas visibles (34); aquí tenemos que ocuparnos tan sólo con las cualidades de estas tres funciones, y los efectos que producen en el cuerpo del hombre.
Hemos considerado las causas de las enfermedades que se originan en la parte terrestre de la constitución humana; ésta y la siguiente tratan de su parte espiritual.
“Hay dos sujetos en el hombre; el uno es un ser material, el otro un ser espiritual (cuerpo mental), impalpable, invisible, sujeto o sus propias enfermedades (discordancias); el uno pertenece al mundo material, el otro al mundo espiritual, teniendo cada uno sus propios estados de conciencia, percepción y memoria, sus propias asociaciones con seres de su especie. Sin embargo los dos son uno durante esta vida, y el espíritu influye en el cuerpo, más no el cuerpo en el espíritu. Por consiguiente, si el espíritu está enfermo, es inútil medicar el cuerpo; pero si el cuerpo está enfermo, puede curarse dando remedios al espíritu”. (Lib. “Paramir”, I., IV., 4 y 7).
Esta parte espiritual, o cuerpo mental del hombre, es el vehículo del espíritu reencarnante, cuando la individualidad espiritual evoluciona una nueva personalidad de la tierra. Para comprender lo que se dice en la sección siguiente de este capítulo, será preciso entender la teoría de la Reencarnación, de la cual sólo podemos dar un bosquejo dentro de los límites de esta obra. H. P. Blatvaski dice aquello que reencarna es: “El Ego Espiritual reflexivo, el principio permanente en el hombre, o aquello que es el centro de Manas. El hombre individual o divino no es Atma, ni tampoco Atma – Buddhi, sino Manas, porque Atman es el Todo Universal, y se convierte en el Yo Supremo del hombre sólo en conjunción con Buddhi, su vehículo, que lo une a la individualidad (u hombre divino)” (35).
La resurrección del cuerpo físico es una superstición moderna en la cual no creyó jamás ninguno de los filósofos antiguos o verdaderos cristianos (36).
Voluntad:
“Voluntad” se deriva de volo, quiero, deseo; pero es por completo distinta de aquel deseo egoísta que resulta de las fantasías del cerebro. La verdadera voluntad es un poder fuerte que viene del centro (el corazón); en su aspecto superior es aquel poder creativo que dio existencia al mundo. Todas las acciones voluntarias é involuntarias en la naturaleza y en el organismo del hombre tienen su origen en la acción de la voluntad, sea que tengamos conciencia de ello o no.
“No sabéis una jota del poder verdadero de la voluntad”. (Paracelsus, “Paramir”, I., IV, 8).
En el plano físico la voluntad funciona, por decirlo así, inconscientemente, llevando o cabo ciegamente las leyes de la naturaleza, causando atracciones, repulsiones, guiando las funciones mecánicas, químicas y fisiológicas del cuerpo sin que la inteligencia del hombre tome parte en este proceso. El hombre mismo es una manifestación de voluntad, y la voluntad (espíritu) en él puede hacer muchas cosas sin depender de la actividad intelectual del cerebro; todo lo cual la fisiología moderna deja sin explicación, aunque no puede negar los hechos. Por ejemplo, un pianista hábil no necesita determinar primero qué movimiento debe imprimir o los músculos de sus dedos antes de tocar una tecla; sino que lo hace por instinto después de que su espíritu ha sido educado para ello. El arte del funámbulo, las suertes y ejercicios gimnásticos de todas clases son el producto de una voluntad educada, y sin ella serían imposibles. El intelecto puede vigilarlos, mas no guiarlos. Su esfera de acción se limita o la del cuerpo en que mora.
En su aspecto superior la voluntad es un poder consciente, que se manifiesta como emociones, virtudes y vicios de varias clases. Su esfera de acción se extiende hasta las esferas de la influencia de la mente individual. Es así que la voluntad de un superior ejerce una influencia sobre la de sus inferiores, un preceptor sobre sus discípulos, un general sobre su ejército, un sabio sobre el mundo.
En su aspecto supremo, la voluntad se manifiesta como un poder auto – consciente, capaz de obrar mucho más allá de los límites de la forma corpórea, de la cual procede, constituyendo, por decirlo así, un ser espiritual organizado, e independiente que funciona bajo la dirección de la inteligencia de la persona de la cual procede. Por extraña que parezca esta aserción, es cierta sin embargo, y los fenómenos del “hipnotismo” ahora reconocidos, han dado la clave para comprender tales fenómenos (37). Una investigación en este asunto nos llevaría al dominio de la magia, espiritismo, brujería, hechicería, etc., lo cual no forma parte de nuestro presente objeto, y de lo cual se ha tratado ya en otra obra (38).
Así como una voluntad mala es la causa de muchas enfermedades, así también una voluntad buena es un gran remedio para curarlas. Mientras que dos necios que se hipnotizan uno o otro producen una mezcla de locura, el poder mágico de la buena voluntad autoconsciente de un médico ilustrado puede despertar la confianza y devolver la salud en muchos casos en que no sirven de nada todos los remedios de la farmacopea; por consiguiente, el cultivo de este poder es de suma importancia, más aún que el conocimiento de todos los detalles respecto o la acción de las drogas. La ciencia y la sabiduría deberían cultivarse juntas, mas no aquélla o expensas de ésta.
Imaginación:
“Imaginación” quiere decir el poder de la mente para formar imágenes; desde las imágenes quiméricas de un sueño hasta las imágenes vivas y corpóreas formadas por el poder de un Adepto. Esta facultad que era bien conocida de los sabios antiguos que la poseían, se halla casi por completo desconocida de la ciencia médica popular, la cual, o pesar de sus descubrimientos recientes de lo que se llama ahora “sugestión”, no parece todavía sospechar la extensión de su poder. No se puede enseñar el uso de este poder o los que no lo poseen, y hay muy pocos que lo tienen desarrollado; pues nuestra generación actual es de una especie esencialmente adámica (terrestre) é impotente; llevando una vida de ensueños y hallándose compuesta de ensueños, su imaginación es tan débil como un sueño. El verdadero poder de imaginación activa y efectiva pertenece al hombre interno espiritual, el que en la mayor parte de la humanidad, no ha despertado aún o la vida. Sólo cuando los hombres y las mujeres hayan entrado en la vida verdadera – o en otras palabras, cuando se haya vuelto consciente el espíritu que mora en ellos – podrán tener y emplear los poderes espirituales, como los que constituían los Arcanos de Teofrasto Paracelso, sobre los cuales se ha especulado tanto en la literatura moderna, aunque sin saber gran cosa acerca de ellos – piedra de tropiezo y manantial abundante de error para tantos de nuestros observadores modernos de superficies (39).
No censuramos la ciencia médica popular por no saber lo que no sabe, pero creemos que no se debería fomentar la presunción de los que figuran temporalmente como los representantes de la ciencia, y que dogmáticamente declaran inútil y absurdo todo lo que no poseen. No hace tanto tiempo que la ciencia aceptada se burló de la redondez de la tierra y declaró oficialmente que no podían caer meteoros del cielo “porque no había piedras en el cielo”; censuró de superstición degradante la creencia en los fenómenos psíquicos, y ridiculizó la idea de construir barcos de vapor y telégrafos, etc. estos errores no provienen de la ciencia, sino de la ignorancia y presunción estúpidas; son el resultado de las flaquezas humanas, las cuales existen ahora lo mismo que en los tiempos antiguos, y no se pueden curar, sino por medio del desarrollo de un poder superior para conocer la verdad.
Memoria:
El tercer gran poder del espíritu que se manifiesta en la mente, es el poder de la memoria, o sea el poder que tiene el espíritu del hombre para visitar dentro de la esfera de su mente aquellos lugares en que se conservan las impresiones de las experiencias pasadas, y así volver o tratarlas al campo de la ciencia. Cualquiera que sea la función que desempeñe el cerebro físico al servirse de esta facultad del espíritu, (el cerebro no es más o la memoria que el ojo o la vista) es simplemente el instrumento para la percepción, mas no el que percibe, ni el objeto de la percepción, ni la percepción misma. Recordar una cosa es ver su impresión o imagen en la luz astral; recapacitar una cosa es fijar la atención en el lugar en que se conserva la impresión de la mente, y la facultad por la cual se puede hacer esto, es la relación que existe entre el Criador y sus criaturas. Habiendo formado el hombre un pensamiento o idea, o percibido una imagen, puede traerla o la memoria, porque la impresión es creación suya – habiendo procedido de él; es una parte del mundo.
Depende del grado de poder espiritual de percepción en el hombre el que pueda ver clara y vívidamente estas imágenes en la luz astral, o que aparezcan obscuras, inciertas é indistintas; pero en la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de la generación actual, este poder de percepción no penetra ni se eleva más allá de la Luz Astral, mientras que el hombre espiritual pueda hacerlo y contemplar no solo los recuerdos de su encarnación actual, sino también los de sus estados de existencia anteriores.
La Voluntad, la Imaginación y la Memoria son la causa de muchas enfermedades y éstas pueden producirse abusando uno de dichas facultades, o ejercitándolas sobre otro. Cualquier especie de pensamiento, sea malvado o virtuoso, si adquiere fuerza y substancia por el consentimiento de la voluntad, nace en el mundo interior como ser elemental, el que crece con cultivarse de suerte que llega finalmente o causar obsesión o su propio padre y producir efectos visibles sobre el cuerpo físico. La imaginación de los animales produce cambios en el color de su prole; la imaginación de una madre puede producir marcas en el niño; el traer o la memoria los acontecimientos funestos conservando constantemente semejantes recuerdos en la mente, produce melancolía, el mal genio, y el desaliento, la cólera, la codicia, la concupiscencia, la avaricia, etc. Todas las formas del mal, producen no sólo estados morbosos en la mente, sino también ciertos cambios definidos en el cuerpo físico, todos los cuales ofrecen un vasto campo para la ciencia psicológica del porvenir. No es posible aquí tratar de exponer semejante ciencia mental, pero existe ya sobre este asunto una vasta literatura que la ciencia desatiende.
5. Ens Dei:
Enfermedades que tienen su origen en la eterna Retribución.
Es imposible definir la palabra “Deus”, Dios, porque se refiere o un estado superior a la concepción de la mente limitada. Eckhart dice: “Un dios al cual pudiera yo concebir, no sería un dios, sino una criatura limitada”. Por tanto, sólo podemos decir que Dios es la voluntad universal en su aspecto superior como amor divino, el cual es la ley suprema y la vida de todas las cosas. Una consecuencia necesaria de la acción de la ley divina es la justicia divina, porque sería imposible imaginar como algún ser pudiera ser favorecido sin hacer injusticia o otro, privando así o la ley de amor divino universal de su unidad e igualdad. Esta divina ley de justicia, según la cual toda causa creada por un ser racional vuelve con sus efectos o su creador, se llama en el oriente la ley de Karma, y puede traducirse como la ley de Eterna Retribución. Dice H. P: Blavatsky: “Karma es la ley infalible que ajusta el efecto o la causa, en los planos físicos, mentales y espirituales del ser. Así como ninguna causa deja de producir su efecto debido, desde la más grande hasta la más pequeña, desde la perturbación cósmica hasta el movimiento de nuestras manos, y del mismo modo que lo semejante produce lo semejante, así también Karma es aquella ley invisible y desconocida que ajusta sabia, inteligente y equitativamente cada efecto o su causa, haciendo remontar ésta hasta su productor” (40).
Esta ley de Karma es lo que se llama vulgarmente Voluntad de Dios, lo cual quiere decir la acción de la justicia divina en todo el universo. No sólo es la causa de los males sociales, distinciones de clases en la sociedad, de la distribución desigual de las riquezas y las comodidades, de la buena y de la mala suerte, sino también de los defectos de carácter, de las irregularidades mentales y enfermedades físicas.
A la verdad, todas las enfermedades son efectos de la ley de Karma, los efectos de causas que se basan todas en una sola Ley universal; pero esto no se ha de entender en el sentido de “fatalidad”, o como si nada pudiera hacerse para remediar semejantes efectos, pues Karma es también la fuente del bien; y si el enfermo encuentra o un médico capaz de curarle, esto prueba que era su Karma hallarle y ser curado por él.
“Toda salud y toda enfermedad procede de Dios, el cual suministra también el remedio. Cada enfermedad es un purgatorio, y ningún médico puede efectuar una curación hasta que termine el tiempo de ese purgatorio; pero un médico sabio es un ángel redentor y siervo de Dios. El médico es un siervo de la naturaleza, y Dios es su señor. Por tanto, ningún médico efectúa jamás una curación o menos que sea la voluntad de Dios que cura al enfermo por medio de él”. (“Paramir”, I. C. IV, 2 y 7).
El conocer la teoría de una cosa es una ciencia; el saber usarla con éxito es un arte (41). Era opinión de los filósofos antiguos, y también será opinión del médico del porvenir, que la Medicina no es simplemente una ciencia, sino un arte sagrado, y que una mera ciencia sin bondad y sabiduría verdaderas no tiene ningún valor real. La práctica de la medicina no debe basarse tan sólo sobre teorías científicas acerca de las leyes de aquella parte de la naturaleza que es su plano inferior de manifestación, el plano de las apariencias físicas, porque en el fondo de toda ciencia debe estar el reconocimiento de la Verdad eterna. La salud y la enfermedad en el hombre no son determinadas únicamente por leyes físicas, tales como las que rigen los órden
es más bajos del ser; ni son las leyes de la Naturaleza creadas por ésta, sino que todas las leyes naturales son el resultado de la ley espiritual que obra en la Naturaleza, y en aquellos reinos en que la inteligencia desempeña un papel, en que la voluntad comienza o tener libertad y la responsabilidad individual, se manifiesta una acción más directa de la ley divina. Por tanto, aunque sea sumamente útil y necesario el conocimiento de las leyes de la naturaleza física, el estudiante de medicina debería ante todo cultivar la nobleza y espiritualidad de carácter que resulta del reconocimiento de la ley fundamental de la Sabiduría Divina, en la que se basa todo el orden y armonía que existe en el mundo. La práctica de la medicina no descansa pues en un mero tecnicismo, ni es una simple profesión o negocio que se puede emprender con el objeto de ganarse la vida, sino que requiere para su objeto legítimo, el uso de las facultades que resultan del desarrollo de los elementos más elevados y más nobles, la parte espiritual de la constitución del hombre.
NOTAS:
(26) Richard Quain, “Dictionary of Medicine” 1883.
(27) “Paracelsus”. (Londres: Trübner and Co., 1887).
(28) La palabra “substancia” se deriva de Sub, debajo, y Sto, estar y quiere decir el principio que está debajo de la existencia fenomenal, la base de la manifestación del poder. Con demasiada frecuencia se da o tales términos una interpretación errónea, y luego se pelea con el espantajo que uno mismo ha creado.
(29) Porque la mente humana es derivación del plano o principio mental del Cosmos y de su misma naturaleza; por razón de la sutilidad de ese principio y además por ser el noumeno del plano astral (psíquico) lo compenetra y afecta en grado superlativo. De ahí la necesidad de mantener la mente pura, con el fin de evitar estados morbosos en el mundo psíquico, y de este, en el físico. N. del T.
(30) Es casi ocioso dar ejemplos, como v.g., el que ofrece la estrignina, compuesta de C21 H22 N2 O2, la cual es una substancia sumamente venenosa; mientras que los mismos elementos combinados en una proporción diferente se hallan como gluten en nuestros alimentos. Si aceptamos la teoría de la vibración, la cual parece ser un resultado necesario del hecho de que el universo es la substancia en movimiento, se hallará fácilmente la causa de tales secretos en las discordancias que existen entre las vibraciones que constituyen o estas substancias. Esta teoría de la armonía explica también porqué ciertas substancias químicas se combinan con otras en ciertas proporciones.
(31) En el reconocimiento de la ley se halla la clave para comprender la quiromancia, la frenología, la fisiología, la psicometría, etc., y el valor de las mismas en la práctica de la medicina; pues aunque la forma física, debido o las condiciones físicas externas, no sea una imagen exacta de la naturaleza interna del hombre, sin embargo, el carácter de la mente está hasta cierto grado visiblemente impreso en cada parte del cuerpo, y siendo un todo y una unidad, todo ese carácter puede leerse en cada una de las partes del cuerpo, si sabemos leerlo, del mismo modo que un botánico puede descubrir el carácter de un árbol examinando una de sus hojas, pues reconoce desde luego o qué clase es.
(32) “El carácter de un hombre y sus talentos, aptitudes, habilidad, etc., no les son dados por la naturaleza (terrestre). Su espíritu no es un producto de la naturaleza, sino que viene del reino incorpóreo. No debierais decir que recibe estas cosas de la naturaleza; nunca lo dicen los sabios”. (“Paramirum”, L. I., Tr., III., O. 2).
(33) “Y el polvo torne al polvo como antes era, y el espíritu se vuelva o Dios que lo dio”. (“Eclesiastés”, XII, 7).
(34) Véase “Magia Blanca y Negra” “Paracelso”, “Boehme”, etc.
(35) “Clave de la Teosofía”, pág.101.
(36) “Hay en el hombre un organismo que no está colocado dentro de las tres substancias; un cuerpo que (al contrario del material) no procede del Limbus (materia), sino que tiene su origen en el aliento de Dios. No es un cuerpo que llega o la existencia después de la muerte, para resucitar en el día del juicio, pues siendo el cuerpo físico una nada (es decir, ilusorio), no puede resucitar después de la muerte, ni tendremos que dar cuenta de nuestra salud o enfermedad física sino que seremos juzgados conforme o las cosas que habrán procedido de nuestra voluntad. Este cuerpo espiritual en el hombre es la carne que procede del aliento de Dios. Hay dos cuerpos, pero tan solo una carne” (“Paramir”. Lib. II., 8).
(37) Toda persona que desee enterarse de estos asuntos, puede hacerlo por medio de la literatura del espiritismo, la hechicería de la edad media, las “Vidas de los Santos”, etc. Podríase llenar volúmenes con semejantes relaciones, pero los fenómenos son pruebas sólo para aquel que los experimenta. El que no tiene experiencia acerca de una cosa, puede siempre negar su existencia; y es siempre mucho más fácil llamarla “superstición” que llegar a comprenderla estudiando las leyes secretas.
(38) Véase “The Law of Psychic Phenomena”, por Tomas Jay Hudson.
(39) “Arcano” quiere decir misterio. La clave de un misterio es la comprensión del mismo. Los arcanos de Paracelso no eran, como lo han asegurado ciertas “autoridades” médicas de patente cuya composición mantuvo secreta, sino que era su conocimiento de los medios de efectuar una curación. Dice: “si hay un cálculo en la vejiga, el arcanum es el cuchillo (para hacer la litotomía), en al Mania (aguda) la flebotomía es el arcano. Un arcano es el entrar en un nuevo estado, el dar nacimiento o una cosa nueva” (“Paramir”, Lib. I. 5. II. 2). cada plano de existencia tiene sus propios misterios y remedios arcanos.
(40) Clave de la Teosofía, pág.168.
(41) La causa de cierta enfermedad puede existir no sólo en una de estas cinco clases, sino en más. Por ejemplo, una hemorragia del útero puede ser causada por agitación mental junto con un estado de debilidad de los tejidos de este órgano; la locura puede ser producida por circunstancias mentales, morales o físicas; la ceguedad puede ser el resultado de causas físicas o de agitación mental; y un defecto corporal el resultado del Karma antenatal o de causas físicas. En la maquinaria de la naturaleza todas las ruedas están unidas por una cadena común. Por tanto, no sólo una de estas causas, sino todas deberían conocerse y tomarse en consideración porque cada uno de los cinco métodos correspondientes de tratamiento contiene en sí todos los elementos para efectuar una curación.

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